“El Papa representa un rechazo a esa izquierda ilustrada, prejuiciosa de la tradición católica del pueblo”
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21/7/14
Por Diego Genoud-Hijo del mítico “Pajarito” Grabois, este abogado católico de diálogo directo con el Papa, quiere armar la CGT de los excluidos.
Acusa 31 años, pero su apellido y su recorrido llevan a pensar que tiene varios más. De perfil bajo y trato directo con el Papa Francisco –lo visita seguido en el Vaticano-, Juan Grabois es un abogado católico que se propone organizar a los trabajadores precarios y llevarlos a discutir paritarias en el ministerio de Trabajo.
A diferencia de Hugo Moyano y Antonio Caló que priorizan a los asalariados de más altos ingresos, Grabois es el principal impulsor de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP, un experimento que apunta a representar nada menos que a cinco millones de cuentapropistas y trabajadores excluidos de los años de bonanza kirchnerista. La CGT de los precarios ya cuenta con 80 mil afiliados entre cartoneros, vendedores ambulantes, obreros de fábricas recuperadas, motoqueros, campesinos, tarjeteros y beneficiarios del Plan “Argentina Trabaja”.
Hijo del mítico dirigente peronista Roberto “Pajarito” Grabois, el fundador del Movimiento de Trabajadores Excluidos ya logró algunas cosas sorprendentes: Que el gobierno de Mauricio Macri reconozca a los cartoneros y que en un mismo espacio convivan organizaciones kirchneristas como el Movimiento Evita con otras críticas del gobierno nacional como el Frente Popular Darío Santillán.
Desde San Martín de los Andes, donde impulsa la creación de una escuela de formación de militantes, Grabois dice que la Iglesia del Papa Francisco es “un freno a la penetración imperialista”, afirma que la CTEP va a defender a muerte la Asignación Universal y advierte que el sindicalismo tradicional le dio la espalda al sector que busca organizar.
¿Qué es la CTEP?
Es una organización de reivindicación de los derechos de los trabajadores excluidos de la protección de las leyes laborales en Argentina. Sobre todo, trabajadores por cuenta propia, de subsistencia, trabajadores familiares, cooperativas de trabajo sociales, campesinos y en general todas las actividades que se consideran de mera subsistencia, incluidas las changas y el trabajo a domicilio. Es un sector precarizado desde el punto de vista de los derechos, excluido desde lo institucional y explotado desde lo económico.
¿Ustedes dicen que es un sector que creció en la última década como nunca antes?
La expansión del sector responde a un fenómeno vinculado al proceso de acumulación capitalista contemporáneo: la posibilidad que tiene el sistema económico de prescindir de una porción de la población obrera para la producción moderna. Esta definición contrasta con la definición clásica de la izquierda marxista que entiende a los desocupados como un ejército industrial de reserva. Para nosotros, esa concepción pierde vigencia a partir de la globalización neoliberal.
¿Por qué?
Porque la población que no está empleada dentro del sistema tradicional de trabajo asalariado se desdobla: una parte sigue siendo ejército de reserva que modera los reclamos salariales por competencia entre los propios trabajadores. Pero otra parte es totalmente sobrante, innecesaria y si fuera por voluntad de la burguesía internacional debería desaparecer del mapa. Esa distinción está en la base del pensamiento de la CTEP, que surge por una realidad que se daba en los movimientos sociales que la anteceden, herederos de la crisis del neoliberalismo y de la rebelión popular de 2001.
“El movimiento piquetero se organiza con una base territorial, en su barrio. En cambio nosotros planteamos la organización gremial por actividad. Decidimos además abandonar la agrupación por afinidad política y centrarnos en la falta de derechos.”
¿Qué los diferencia de los movimientos de desocupados tradicionales que surgieron en la segunda mitad de los noventa?
El movimiento piquetero se organiza con una base territorial, en su barrio. En cambio, la CTEP plantea una forma de organización gremial por actividad. Una segunda diferencia tiene que ver con la actualidad: los desocupados plenos son una mínima porción de la población. Hoy todos nuestros compañeros, con contadas excepciones, algo trabajan. Nadie vive de la Asignación Universal por Hijo, ni siquiera de los programas como el “Argentina trabaja”. Siempre hay un complemento que tiene que ver con una actividad laboral de subsistencia.
Pero además hay otra diferencia organizativa en busca de no caer en el error del clientelismo de izquierda, y lo decimos como una autocrítica que no deja de valorar el rol del movimiento piquetero. Decidimos, después de un proceso de discusión largo, abandonar la concepción de organización por afinidad política. El MTE surge en 2002 y se diferencia en que ya desde su origen tiene una orientación gremial y plantea que el problema central no es la desocupación sino la falta de derechos. La rama principal eran los cartoneros pero también había trabajadores de las ferias o trapitos.
Las paritarias de los excluidos
¿La agenda de la CTEP tiene que ver con los problemas ignorados o irresueltos por la década kirchnerista? El trabajo en negro y la informalidad laboral.
Los compañeros kirchneristas lo llaman “lo que falta”. Los que no somos kirchneristas hacemos énfasis en que es una característica del modelo. No se va a resolver con lo que llamamos el derrame inducido: distribuir ingreso sin distribuir riqueza y sin asumir que el Estado debe garantizar la dignidad del trabajo por afuera del mercado. Ni el mercado ni el sector público tradicional tienen la voluntad ni la capacidad de absorber a los trabajadores excluidos.
¿Cómo logran convivir organizaciones kirchneristas y no kirchneristas?
Desde un primer momento, coincidimos en que no teníamos que permitir que el proceso político nos divida. Y en ese sentido se pudo lograr una confluencia bastante difícil de concebir.
¿Coinciden también en una propuesta?
Tenemos un planteo que tiene que ver con la institucionalización sindical del sector. Que el Estado reconozca un interlocutor válido. Tiene que haber un sindicato reconocido oficialmente para negociar en paritarias, o dos que sean verdaderamente representativos. Para poder discutir con el Estado el diseño de las políticas sociales. Los planteos de los programas sociales de arriba para abajo siempre fracasan. Y el ejemplo es el Argentina Trabaja, que es un programa que tiene una orientación que compartimos, la promoción del cooperativismo social, pero con una concepción trucha de cooperación popular que pasa de manera esquizoide del idealismo de la democracia directa en las villas de la noche a la mañana al pragmatismo asqueroso de pagar sueldos sin dar módulos de materiales. Para que los beneficiarios cobren y no jodan.
“El Argentina trabaja pasa de manera esquizoide del idealismo de la democracia directa en las villas al pragmatismo asqueroso de pagar sueldos sin dar materiales, para que cobren y no jodan.”
¿Cuál es la prioridad para ustedes hoy?
El reconocimiento sindical del sector y la posibilidad de negociar en lo que llamamos paritarias populares. La negociación en torno a todos los programas, políticas, subsidios, que afectan a sectores de la economía popular, con dirigentes democráticamente electos, reconocidos, con un padrón oficial de los trabajadores de la economía popular y con acuerdo para que tengan fuerza de ley como los convenios colectivos de trabajo. Ese es nuestro primer reclamo. Nosotros creemos que la madre de los nuevos derechos sociales tiene que ver con el primer derecho, que es el derecho a organizarse.
¿Cuánta gente forma parte de ese sector que ustedes quieren representar?
El trabajo en negro para nosotros es cuando el empresario se aviva y no hace aportes. Pero eso es un trabajo en relación de dependencia con fraude a la ley, que son alrededor de 5 millones de personas. Nosotros calculamos que existen otras 5 millones de personas que forman parte de la economía popular y no es trabajo en negro.
Es un sector autónomo y precario a la vez.
Hay relaciones jerarquizadas y de explotación en la economía popular pero la característica principal es que si lo adaptas a las condiciones laborales vigentes desaparece porque no tiene viabilidad económica. En el 2002, el sector privado no podía explotar el reciclado de residuos porque no tenía la tecnología ni el marco jurídico para emplear cartoneros. Entonces los sectores populares inventaron su propio trabajo con eso. Ahora queremos que una cartonera o una vendedora ambulante, que quede embarazada, tenga su ingreso garantizado como tiene cualquier trabajador que cobra licencia por maternidad y que no tenga que estar cartoneando con un bombo de ocho meses. El acceso a una obra social, a aportes previsionales, a un salario social digno.
¿Diría que se basa en la autoexplotación?
Diría que es la forma de subsistencia que encuentran los compañeros. Nosotros hoy ya tenemos 80 mil afiliados.
Cuando Francisco era Bergoglio
¿Cómo nace el vínculo con Bergoglio, antes de ser Francisco?
En 2005, él hizo una misa en La Catedral en el marco de un conflicto que teníamos con el Gobierno de la Ciudad por los niños que trabajaban en el cartoneo. En 2007 junto a La Alameda, que era nuestro principal aliado en ese momento, nos acercamos para hacer un planteo sobre el trabajo esclavo y le mandamos una carta para invitarlo al acto del 1 de mayo porque veníamos escuchando algunas homilías que nos parecían representativas. También como una provocación hacia el sentido común de la izquierda que era un rechazo liberal ilustrado y prejuicioso a las tradiciones católicas de nuestro pueblo. Nos contestó que no podía pero nos invitó a charlar a la oficina que tenía en La Catedral. Y a partir de ahí hicimos una misa anual que se repitió desde 2008 hasta 2012 con la consigna “Por una patria sin esclavos ni excluidos”. Íbamos cada tanto a charlar con él o iba yo.
“En Bergoglio encontramos una provocación al sentido común de la izquierda, que es un rechazo liberal ilustrado y prejuicioso a las tradiciones católicas de nuestro pueblo.”
¿Había un eje común que trabajaban o había una visión general que compartían?
Había una visión general sobre la hegemonía de un capitalismo depredador e inhumano y la necesidad de combatirlo a través de la organización popular. Y después coincidencias en temas puntuales como el trabajo esclavo, el narcotráfico, la trata de personas y la exclusión urbana y laboral.
¿Antes de ser Francisco, en qué los ayudó Bergoglio?
En tratar de poner a la Iglesia en una actitud de protección de los militantes populares que eran perseguidos. Hablar directamente o a través de la Pastoral Social a favor de los trabajadores y de los excluidos en conflictos sociales, las empresas recuperadas, el Hospital Israelita, en las villas, en el caso de los cartoneros, la erradicación del trabajo infantil.
Iglesia y dictadura
¿Por qué defiende a Francisco ante las críticas que se le hacen por su rol durante la dictadura militar?
Esas críticas vienen de un sector del poder, a través de la CIA, que funciona en Argentina con tres organismos: la Fundación Ford, el British Council y el National Endowment for Democracy (NED) que coincide con el financiamiento de la oposición fascista en Venezuela. Los tres financian a los voceros que tiene la CIA por izquierda en Argentina y que casualmente coinciden con los sectores más de derecha y del Opus Dei en Argentina. Los dos sacerdotes que se supone que entregó sobrevivieron: uno murió de viejo y el otro está vivo.
“El intento por vincular a Bergoglio con la Dictadura vino de la CIA que funciona en la Argentina con tres organismos: la Fundación Ford, el British Council y el National Endowment for Democracy (NED) que financian a los voceros de izquierda.”
En Argentina, la cúpula de la Iglesia apoyó abiertamente a la dictadura.
Jaime De Nevares, Angelelli, Hesayne, Novak eran obispos, parte de la jerarquía. La mayor parte de la jerarquía apoyó a la dictadura pero no toda. El 20 por ciento de los obispos tenía una posición recontra comprometida. El poder no está en la Iglesia hoy, está en otro lado.
¿Y dónde está?
En el capital financiero y en el poder militar. La Iglesia es objetivamente un freno a la penetración imperialista y un adversario del avance del capital.
¿Su interpretación es que, cuando regresó la democracia, Bergoglio representaba al mismo sector que De Nevares?
Si, es el sector de la Pastoral popular. La disputa sigue, no se salda y es más diría que van ganando los otros. Cuando el gato se va, los ratones…
¿Hay un mensaje de Francisco para la Argentina hoy?
Yo creo que ya no habla más para la Argentina. Habla para marcar una orientación general para todos los cristianos y para toda la humanidad, casi de sentido común. Terminar con la depredación de la naturaleza, con las injusticias extremas, que no se puede justificar el saqueo a través de la guerra. El dice que hay una causa estructural de todo esto, un sistema basado en la idolatría del dinero y la búsqueda de la máxima ganancia. Y que hasta que no se resuelva con una síntesis superadora este sistema que domina la economía y la cultura mundial, no se resuelve ni el problema social ni el problema ecológico ni el problema de la violencia. Hace falta un cambio radical de paradigma.
¿Por qué cree que sigue cuestionado por algunos sectores en Argentina?
Las contradicciones inducidas por sectores de poder, secundarias desde el punto de vista del campo popular, que tienen que ver con cuestiones dogmáticas y de fe de la Iglesia como el aborto. Se plantea y se fomenta esa contradicción porque sobre todo en América Latina las luchas contra el imperialismo siempre se fortalecieron cuando hubo una integración fuerte con los sectores cristianos. Hay un iluminismo liberal que es inducido por los sectores de poder busca constituir eso como un obstáculo.
Cristina, Moyano y Macri
Desde ese lugar de representar a los trabajadores precarios ¿cómo ve la discusión entre el gobierno y los asalariados que representa Moyano? ¿El gobierno intenta enfrentar a los mejores pagos con el sector informal?
Sí y me preocupa que se incentive un enfrentamiento entre los trabajadores integrados y los que están más abajo. Hay una cuestión objetiva, que es la fragmentación de la clase trabajadora. Asalariados con ingresos muy altos y un estilo de vida más parecido al de la clase media que otra cosa y un sector muy empobrecido. También existe cierta xenofobia de los integrados hacia los excluidos. No sólo es una cuestión de ingresos sino también de derechos y de reconocimiento social. La propia clase trabajadora empieza a mirar desde arriba a los lumpenes que tienen al lado. Es cierto que hubo una absoluta indiferencia del sindicalismo hacia este sector y recién ahora se están avivando de que lo pueden utilizar discursivamente. El 30 por ciento de los trabajadores no tiene representación institucional. Y la CTEP de alguna manera viene a llenar este vacío pero sin ningún tipo de reconocimiento.
La CTA lo intentó en los noventa.
Sí, hubo un intento legítimo y noble en una primera etapa y después se transformó en una vil utilización de los sectores excluidos como furgón de cola de los gremios estatales. En la ruptura de la CTA, también se vio la manipulación de los padrones de informales y desocupados.
¿Hoy tienen relación con Moyano?
Tuvimos un acercamiento cuando la CGT estaba unificada, con Moyano, con Schmidt, con Plaini. Después, la política se llevó puestas todas estas discusiones. Pero les tenemos un respeto profundo a todos. Pensamos que no existe posibilidad de integrar a nuestros compañeros sin una alianza de hierro con el movimiento obrero organizado.
“Les tenemos un respeto profundo a Moyano, Plaini, Schmid, pensamos que no existe posibilidad de integrar a nuestros compañeros sin una alianza de hierro con el movimiento obrero organizado."
¿Con Macri lograron sus objetivos en la Ciudad desde el MTE?
Parcialmente, avanzamos mucho. La relación es institucional, similar a la que tiene un sindicato con la patronal. Es curioso pero es más fácil llegar a acuerdos con los que están más lejos ideológicamente. Al principio, era escandaloso el negocio de la basura. Ganamos un recurso de amparo en 2007 y se financió un programa de integración de los trabajadores reciclados. Después, una ley votada por unanimidad en la Legislatura lo convirtió en una estatización bajo gestión social del servicio público de recolección diferenciada. Nosotros atribuimos los cambios positivos que hubo en esta década en materia social, que los hubo y muchos, no solamente a la voluntad del gobierno que hay que reconocer sino a la necesidad de abordar el conflicto social desde una óptica de integración y no de represión.
¿Cuántos cartoneros están bajo ese programa?
Más de 4 mil. Es el programa más integral, más masivo y más importante de América Latina.
Y con La Cámpora ¿por qué no tienen relación?
Yo tengo una relación histórica con algunos de sus dirigentes porque íbamos a la misma facultad. Orgánicamente no tenemos relación, me parece que ellos no apoyan este intento y lo sienten como una amenaza. Distinta hubiese sido la historia si hubiera existido un arraigo más profundo entre los estudiantes y los sectores más excluidos de la sociedad, si hubieran asumido un compromiso como por ejemplo tiene claramente el Movimiento Evita.
¿Hacia adelante cómo lo ven el escenario?
Con preocupación. Vemos una ofensiva de los sectores de poder, que el ajuste o el intento de ajuste va a recaer sobre nuestros compañeros en una próxima etapa. Congelar la Asignación por Hijo y que se la coma la inflación o peor eliminar las retenciones y los programas sociales que se financian con eso. La vamos a defender a muerte, aunque no es suficiente para que los compañeros tengan una perspectiva de vida digna.
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