Tuesday, March 19, 2013

Bergoglio citó en su primer homilía al místico Leon Bloy

Bergoglio citó en su primer homilía al místico Leon Bloy
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14/03/13
Etiquetas: cristianismo

Bergoglio citó en su primer homilía como Papa al místico de la pobreza Leon Bloy

“El que no reza al Señor, reza al diablo”, afirmó el flamante Papa Francisco, parafraseando al escritor francés León Bloy. Quien fue este místico católico, fanático de la pobreza, polémico rabioso, casado con una prostituta, a quien el propio Frank Kafka atribuía “un fuego que recueda el ardor de los profetas”.

En su primera homilía pronunciada en la Capilla Sixtina ante más de un centenar de los cardenales electores que lo ungieron como el flamante Papa Francisco, el ahora ex Cardenal Primado de la República Argentina, Jorge Bergoglio, recordó al escritor francés León Bloy cuando expresó que “el que no reza al Señor, reza al diablo”, porque “cuando no se confiesa a Jesucristo se confiesa la mundanidad del demonio”.

Resulta entonces de interés para tratar de interpretar los mensajes que quiere enviar a los creyentes y al propio Vaticano el flamante Papa, analizar quién fue este pensador iconoclasta que viviera entre los años 1846 y 1917, y a quien Frank Kafka le atribuía “un fuego que recuerda el ardor de los profetas”. Poseedor de una personalidad difícil de tipificar, Bloy vivió la mayor parte de su infancia y adolescencia en la pobreza por propia elección y decisión ya que sus padres no tenían penurias económicas. A sus amigos les decía que “la pobreza agrupa a los hombres y la miseria los aísla. La pobreza es relativa: privación de lo superfluo. La miseria es lo absoluto: privación de lo necesario”.

Desolado y sin rumbo, negador de la fe cristiana, a los veinticuatro años conoció al poeta Jules Barbey D’Aurevilly quien fue el gran mentor de su conversión al catolicismo. Su objetivo principal a partir de entonces fue ocupar sus días reflexionando y escribiendo, para finalmente comenzar a publicar cuentos, novelas y ensayos, además de continuar con la sufrida redacción de sus famosos Diarios que alcanzaron los ocho volúmenes.

Luchaba contra sus propios fantasmas y recelaba de las corrientes socio-culturales imperantes en el París de fines del siglo XIX. Afirmaba tener “el inconveniente de ser tan furiosamente católico que toda la prensa, y la mayoría de los editores con ella, se apartan de mí como de un apestado por el misticismo y la intolerancia”.

La variedad temática de su obra también estuvo moldeada por sus intrincadas relaciones sentimentales. En 1877 conoció a su primera novia, una prostituta llamada Anne-Marie Roulé a quien el propio Bloy convirtió al cristianismo, finalizando la relación en 1882 cuando Roulé fue internada en un manicomio por padecer demencia aguda. Según las palabras de Bloy fue “la inmensa desgracia de mi vida”. En 1889 se casa con una danesa llamada Jeanne Molbech con quien tuvo cuatro hijos, dos de los cuales mueren muy jóvenes. Otra vez el martirio asociado a la pobreza hacen renovarle su inquebrantable fe cristiana. Tras una larga agonía este original y agudo escritor francés falleció en noviembre de 1917.

Según la revista Criterio, difusora de la cultura católica, Bloy “no fue ni un hombre de la Iglesia ni una persona de gran cultura ni un artista refinado, como sus amigos Huysmans y Verlaine; fue un testigo de la fe cristiana. Y su manera de dar testimonio no fue agradable a todos: era demasiado violenta. Pero su coraje, su pasión de creyente, su buena fe están fuera de toda duda”.

Por su parte el diario Página/12 en su Suplemento Literario de marzo de 2008, lo define como “el escritor católico más ácido y extremo, el místico de la pobreza… una figura literaria que ha producido rechazo pero, al mismo tiempo, una apelación moral sin concesiones”.

Tal vez sea más objetivo recordar a Bloy a partir de la pluma de Jorge Luis Borges, tan valorada por el flamante Santo Padre argentino. "León Bloy, coleccionista de odios, no excluyó de su amplio museo a la burguesía francesa. La ennegreció con lóbregas tintas que justifican el recuerdo de los sueños de Quevedo y de Goya… Nuestro tiempo ha inventado la locución ; nadie lo ha logrado hasta ahora con la eficacia y la riqueza verbal de León Bloy".

LPO

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