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Actualizado: 01/03/2013 11:12 GMT
La película estadounidense ‘Argo’, ganadora de un Oscar, ha suscitado también las críticas de políticos occidentales, según afirmó el jueves el ministro iraní de Cultura y Guía Islámica, Mohamad Hoseini.
‘Argo’ no está basada en hechos reales, y ha provocado incluso críticas de políticos occidentales, aseguró Hoseini en la Conferencia Internacional de Ética y Religión, celebrada en la ciudad de Qom, ubicada al sur de Teherán, la capital iraní.
Según el funcionario persa, el filme, que carece de valor artístico, fue elegido como mejor película para darle un aspecto propagandístico, justificando así los ataques de Estados Unidos y sus aliados a otros países.
Además de expresar que Occidente todavía no ha podido demostrar con su conducta sus alegaciones de moralidad, denunció que los países occidentales se valen de diversos mecanismos para perjudicar la imagen de Irán y del Islam.
En este sentido, el ministro iraní hizo hincapié en que se deben utilizar diversas herramientas como la producción de películas, obras de teatro y las artes visuales, para presentar la ética musulmana y neutralizar la islamofobia occidental.
El 24 de febrero, el largometraje antiraní 'Argo', de Ben Affleck, se llevó la estatuilla a mejor película en la 85 edición de los premios de la Academia, mostrando una vez más que en Hollywood, centro de entretenimiento de Estados Unidos, la política domina al arte.
La concesión del galardón a mejor película para Argo, entre otras nominaciones a los premios Óscar 2013, como ‘Lincoln’, de Steven Spielberg, y ‘la vida de Pi’, de Ang Lee, revela que estas selecciones se basan en el contenido y no en la creatividad artística de las películas.
El suspenso de Ben Affleck narra un plan supuestamente histórico de Tony Mendez, exagente de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA, por sus siglas en inglés) para rescatar a seis diplomáticos norteamericanos, durante la toma de la embajada de EE.UU. en Teherán, después del triunfo de la Revolución Islámica de Irán en 1979.
Ese mismo año, la embajada estadounidense fue tomada por cientos de estudiantes revolucionarios iraníes, por ser un nido de espías, y detuvieron a 60 empleados y agentes norteamericanos.
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