Wednesday, September 28, 2011

El Vínculo entre la Moral y la Fe

El Vínculo entre la Moral y la Fe
Preparado por la oficina doctrinal-política de Los Guardias Revolucionarios de la R.I.I
Traducción del persa: Shaij Mahmud Aid
Director de la Mezquita Ash-Shahîd - Tucuman - Argentina
El Mensaje de Az-Zaqalain
Año V, N° 17, Artículo N° 5
Libros.ir
Rayab 1421 / Septiembre 2000


El rasgo que distingue al hombre de los demás seres vivos, es la búsqueda de la perfección como consecuencia de su formación intelectual y su educación. Basándose en la guía instintiva que Dios ha dispuesto en su creación, transita su propio camino para llegar a una completitud adecuada y acorde con él. Pero el hombre puede llegar a alcanzar grados más elevados cuando prepara el camino del crecimiento y la perfección bajo la sombra de la fe; y es esta misma fe la que le otorga valor al ser humano.

Aunque desde el punto de vista de los estudiosos no musulmanes y de las escuelas humanistas, el ser humano que se adapta a las reglas es respetado, en cambio, desde la visión del Islam, la obediencia a las normas o preceptos educativos, se considerará sagrada y valiosa cuando se base en la fe en Dios.

El Sagrado Corán continuamente asocia las buenas acciones con la fe a fin de demostrar que las conductas serán dignas de valorar en tanto y en cuanto estén acompañadas de la fe. En la Sura Al ‘Asr (La Época) (103), aleyas 1 a 3 se expresa:

«¡Por la Época! * Ciertamente que el ser humano está en la perdición. * Excepto quienes crean, obren bien, se recomienden mutuamente la verdad y se recomienden mutuamente la paciencia».

Por su parte en la Sura At-Tîn (La Higuera) (95), aleya 6 dice:

«Excepto quienes crean y obren bien; para ellos hay una recompensa ininterrumpida».

¿Qué es la Fe?

La Fe es la expresión de una creencia del corazón que se manifiesta con la palabra y se realiza con los miembros corporales. A veces, en el Sagrado Corán y en los dichos (ahâdîz) se equipara a la Fe con el Islam y el objetivo de este último es el sometimiento de la palabra y todo lo exterior a la voluntad de Dios, de modo que esa convicción penetre en lo más profundo del corazón. Entre esas aleyas, la Sura Al Huyurât (Los Aposentos) (49), aleya 14 dice:

«Los beduinos dicen: “¡Creemos!” Di: “¡No habéis creído! ¡Decid, mas bien: “Hemos abrazado el Islam”! La fe no ha entrado aún en vuestros corazones. Pero, si obedecéis a Allah y a Su Enviado, no menoscabará nada vuestras obras”. Allah es Indulgente, Misericordioso».

Por su parte, Imam ‘Alî (P), en respuesta al interrogante acerca de qué es la fe, dijo:

“La fe es el conocimiento del corazón manifestado con la palabra y realizado con los miembros.”

Las buenas acciones, si no se originan en la raíz de la fe, nunca serán permanentes, ya que el origen de éstas van a indicar apariencias y signos de vanidad que, con el devenir de las condiciones sociales, también cambiarán.

En el pasado y también en la actualidad, tenemos muchos ejemplos de personas que cambian al producirse también variaciones en las circunstancias sociales, pero aquellas que sostienen su fe en Dios y realizan buenas acciones, continúan esforzándose con notable sinceridad y sin ningún tipo de ambigüedades.

Esta misma sinceridad en las acciones es lo que enaltece y son motivo de glorificación a Dios. Una prueba para ello la encontramos en la ocasión en que Imam ‘Alî y su familia (P) ofrecieron comida a los necesitados, y Dios, para destacar esta acción sincera hizo descender la Sura Al- Insân (El Ser Humano) (76), donde, en sus aleyas 8 y 9 manifiesta:

«Dan de comer por amor a Dios al pobre, al huérfano y al cautivo: * “Os damos de comer sólo por agradar a Allah. No queremos de vosotros retribución ni gratitud».

La Fe; el nexo entre el hombre y Dios

Aquello que une o relaciona al hombre con Dios es la fe en Él; éste es el único medio incuestionable por el cual el hombre ejerce su devoción y el motivo principal de su distanciamiento de la idolatría.

El Imam As-Sayyâd (P), el cuarto Imam, respecto a este tema manifestó:

“El mayor derecho que tiene Dios sobre ti, es que Le adores y que no Le asocies nada, y si lo hiciste con sinceridad, Él hará obligatorio para Sí las cuestiones de este mundo y del otro, como también protegerá y preservará para ti lo que desees de ellos.”

La devoción a Dios Único y el alejamiento de todos los ídolos y los opresores es la más básica enseñanza del Islam y de los mensajes de los profetas de Dios.

El Sagrado Corán dice en la Sura Az-Zumar (Los Tropeles) (39), aleya 11:

«(Oh Profeta), di: “Se me ha ordenado adorar a Dios rindiéndole culto sincero».

Asimismo, la devoción a Dios no es solamente ayunar, rezar y peregrinar, sino que todos los esfuerzos que realiza el musulmán tienen como último fin complacer a Dios y obedecer sus mandatos. Éstos son también actos de adoración. Por ejemplo, trabajar, estudiar, y realizar todas las actividades sociales, militares, así como la administración de la vida con esta visión e intención.

El Imam Ya‘far (P), el sexto Imam, manifestó:

“Administrar la vida de una familia, es mejor que setenta peregrinaciones preferibles.”

Una fe sincera y correcta, trae como consecuencia una devoción sincera y el alejamiento de toda forma de aparentar y egoísmo. Y bajo la sombra de esta misma fe es que el musulmán solamente adora a Dios y a Él se encomienda, y en sus actos de devoción se manifiesta el amor hacia Dios, ya que considera que es lo más adecuado para ser adorado y en consecuencia se ocupa en estos actos.

Con relación a la diferencia que existe entre los motivos que inducen al ser humano a la adoración a Dios, Imam Ya’far As-Sadiq (P) dijo:

“Ciertamente, los adoradores conforman tres grupos:

Un pueblo o grupo que adora a Dios por temor, y ésta es la adoración de los siervos.

Un grupo que adora a Dios, Elevado Sea, esperando una recompensa, y ésta es la adoración de los sirvientes.

Un grupo que adora a Dios, Majestuoso Sea, por amor a Él, y ésta es la adoración de los libres, y la más virtuosa de todas.”

El Camino para la Salvación de los Peligros

Para no caer en el peligro de asociarle algo a Dios y poder lograr la convicción acerca de Su Unicidad, debemos mantenernos bajo el liderazgo y la guía de la Casa Profética (Ahl-ul Bait), que la Paz y Bendición sean con ellos. Así es que, ante el menor descuido o negligencia, el hombre puede contaminarse con la idea de la asociación a Dios, que es un pecado imperdonable. Los Imames Infalibles (P) son la mejor guía y orientación, de manera que seguirlos nos aleja de esa asociación tanto en lo que respecta a nuestra creencia, nuestro pensamiento, nuestras acciones y actos devocionales, de manera que continuemos en el camino de la purificación y adoración exclusiva a Él.

El Corán a este respecto nos dice en la Sura Al Mâ’idah (La mesa servida), aleya 35:

«¡Creyentes! ¡Temed a Allah y buscad el medio de acercaros a Él! ¡Combatid por Su causa! Quizás así, prosperéis».

Por su parte, el Profeta Muhammad (BP) dijo:

“Los Imames de la descendencia de Al-Husain son el medio para llegar a Dios Altísimo.”

El Temor a Dios y su relación con la Fe

La fe infunde en el corazón del hombre el temor a Dios. Teniendo en cuenta que Dios es la fuente de toda misericordia y clemencia, ¿cómo es posible que debamos temerle? El temor a Dios Clemente y Justo no se equipara al temor que eventualmente se podría experimentar hacia un gobernante opresor, ya que si éstos se valen de la intimidación y de la tiranía, este miedo no es a ellos, sino a sus acciones. En cambio, el temor a Dios, es decir, a Su preciso juzgamiento y Su castigo, es consecuencia de nuestros pecados y transgresiones a los preceptos divinos. Con relación a este tema, dice el Sagrado Corán:

«Ese día los hombres surgirán en grupos, para que se les muestren sus obras…»

«Cuando les viene un signo dicen: “No creeremos hasta que se nos dé tanto cuanto se ha dado a los enviados de Allah”. Pero Allah sabe bien a quien confiar Su mensaje. La humillación ante Allah y un castigo severo alcanzarán a los pecadores por haber intrigado”.

«Pero la Hora es el tiempo que se les ha fijado y la Hora es crudelísima, amarguísima».

«¡Haced, pues, volver a nuestros padres, si es verdad lo que decís!»

El Príncipe de los Creyentes, ‘Alî (P), expresó:

“El hombre debe temer las consecuencias de sus propios pecados.”

Y agregó:

“Que ninguno de vosotros tenga esperanza, excepto de su Señor, y que no tema excepto de sus propios pecados.”

Beneficios del Sistema Moral Islámico

Luego de habernos referido al objetivo, método y contenidos de la Moral, debemos ocuparnos ahora del beneficio e influencia que ésta implica para la sociedad. La humanidad, de la misma forma que avanza en la percepción de las verdades científicas, es necesario que se esfuerce en purificar su propia alma y descubra, de ese modo, que progresa cada día en pos de su perfeccionamiento espiritual. La sociedad que avanza en el camino de la ciencia y el conocimiento pero que decae en el campo de los valores morales, es como los viajeros de un barco en medio de una tormenta que en todo momento se encuentran expuestos al peligro de naufragar y morir ahogados. Por lo tanto, los valores morales, dejando de lado la cuestión religiosa, constituyen la necesidad de una sociedad feliz y exitosa.

Imam ‘Alî (P) dice con respecto a este tema:

“Suponiendo que no tuviéramos esperanza en el paraíso, que no temiéramos del castigo ni de la recompensa, sería adecuado para nosotros que buscáramos los mejores valores morales, ya que nos guiarían al camino de la salvación.”

La ciencia y la moral son dos poderosas alas que elevan a una sociedad y la conducen hacia la felicidad y la buenaventura. En un ámbito donde sólo hay ciencia pero que carece de piedad, reinará el egoísmo, la avaricia y la ambición entre los hombres, en lugar del intelecto y la fe. Del mismo modo, en lugar de unidad, amor y afecto, reinará el odio, las violaciones y los robos. Y si en cambio existiesen valores morales y piedad sin fe, la gente contemplaría solamente lo exterior de las cosas y quedarían impedidos de percibir la realidad del mundo.

La península arábiga, antes del advenimiento del Islam, se caracterizaba por estar colmada de toda forma de maldad y corrupción, al tiempo que el temor y el odio habían echado profundas raíces. Pero luego del florecimiento del Islam, el Profeta Muhammad (BP) con la ayuda de la moral, la paciencia y un profundo sentimiento instructivo, apartó los adjetivos y cualidades negativos e inadecuados para concienciar a la comunidad acerca de la importancia de los valores morales.

Como resultado, aquella misma gente, ladrones pero también temerosos que por miedo al ejército de Abraha (rey de Yemen) abandonaron La Meca y se refugiaron en las montañas, estos mismos hombres, de tal forma adoptaron valores de vida, que se enfrentaron a la más grande potencia de su época, participaron en las guerras más peligrosas, lucharon valientemente, constituyendo una epopeya en los anales de la historia de la humanidad. Fue gracias a las perfecciones propias que la moral islámica había sembrado en sus corazones. El secreto de la felicidad y la grandeza de la humanidad debe ser encontrado en la moral y su pureza, e incluso la vida de las naciones dependen de la moral.

Un ejemplo histórico que ilustra claramente la conversión interna de una persona como resultado de la concienciación de los resultados de sus acciones, es la experiencia de Fudail.

Fudail Ibn A’iad era un iraquí que se había dirigido a Irán para unirse con un grupo de facinerosos, dedicándose al robo, al saqueo y al crimen. Llenaron de inseguridad y terror el camino a Jorasán y las autoridades no podían detenerlos por más empeño que ponían. Cada día empeoraba aún más la situación. Una vez Fudail entró a un pueblito, vio a una muchacha muy bonita que atrajo su atención. Se dirigió enseguida hacia ella, se presentó, y amenazándola le ordenó que le dijera a sus padres que esa noche lo esperaran y prepararan todo lo necesario para que él bebiera y se divirtiera. Si así no lo hicieren, mataría a todos ellos y destruiría su casa.

La muchacha fue temblando hacia su casa y les comunicó a sus padres lo sucedido. Éstos, por temor a Fudail prepararon todo lo que había ordenado y lo esperaron a que llegara. De repente, escucharon sus pasos en el techo de la casa y comenzaron a temblar de miedo, pero por más que esperaron y esperaron Fudail no bajaba. Se preguntaban qué habría sucedido, sin advertir que acababan de ser bendecidos por la misericordia de Allah.

Fudail, que incluso infundía temor a los guardianes del orden, había escuchado la recitación de algunas aleyas del Sagrado Corán que eran recitadas por un vecino en la mitad de la noche y habían producido un efecto tan positivo en su conciencia y en su corazón que a partir de entonces ya no sería la misma persona. Fudail, después de haber subido a la pared y dado unos pasos sobre el techo, se detuvo unos instantes hasta decidir qué rumbo seguir para poder huir de los oficiales del gobierno. En ese momento, uno de los vecinos comenzó la lectura del Corán después de su oración de la noche y recitó unas aleyas muy especiales y adecuadas para las circunstancias. Se trataba de Sura Al-Hadîd (El acero), aleya 16:

«¿No es hora ya de que se humillen los corazones de los creyentes ante la Amonestación de Allah y ante la Verdad revelada y de que no sean como quienes, habiendo recibido antes la Escritura, dejaron pasar tanto tiempo que se endureció su corazón? Muchos de ellos eran unos perversos».

Cuando estos versículos llegaron a oídos de Fudail comenzó a temblar, se detuvo unos segundos a pensar. Repentinamente volvió en sí y gritó: “¡Sí, sí! ¡Ese momento llegó!”. Descendió del lugar de donde se encontraba y entró a un baldío, allí mismo comenzó a suplicar a Dios Su perdón y a rogarle por sus necesidades. Fudail retornó… ¡Y qué retorno tan sagrado! Era impuro y se purificó. Era traicionero y se volvió confiable. Tenía el corazón duro como una roca y se conmovió sensiblemente.

Sura Az-Zalzalah (El terremoto), aleya 6.

Sura Al-An’âm (Los rebaños), aleya 124.

Sura Al-Qamar (La luna), aleya 46.

Sura Ad-Dujân (La humareda), aleya 36.

Libros.ir
http://libros.ir/libros/Biblioteca%20Islamica/Revistas%20y%20articulos%20de%20temas%20diversos%20(48)/Revista%20Az-Zaqalain/AzZaqalain17.pdf

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