Manifiesto general sobre el Islam y el Shiísmo
Por: Seîied Ÿamâluddîn Bastânî
Traducido del persa por: Feisal Morhell
El Mensaje de Az-Zaqalain
N° 25, Artículo N° 6
Libros.ir
Dhul Hiÿÿah 1424 / Febrero 2004
Introducción
LAS RELIGIONES DIVINAS, de forma categórica, conforman los factores más importantes que han dispuesto bajo su influencia a las culturas y civilizaciones humanas. A pesar de que los últimos siglos son llamados “la época en que la humanidad ha tendido a la razón –en lugar de la revelación-” aún así, se deben buscar las raíces de la vida racional de la humanidad en la religión.
El Judaísmo, el Cristianismo y el Islam son religiones vivas e importantes del mundo de hoy. El Cristianismo conforma la primera mayoría de la humanidad, y luego del mismo el Islam posee el mayor porcentaje.
El Islam, como la última religión divina que fue expuesta a la gente por medio de su gran Profeta Muhammad (BP), desde los albores de su manifestación hasta hoy en día, ha tenido el mayor crecimiento. El siglo XX fue el siglo del crecimiento del Islam, y el siglo XXI ha sido considerado “el siglo del Islam”.
Desde la creación de Adán (P) la puerta de la revelación y la guía divina ha sido abierta a la humanidad. Adán (P) fue el primer profeta de Dios. Luego de él también fueron enviados por parte de Dios los mensajeros divinos uno tras otro, quienes transmitían el último mensaje celestial a las personas –el cual era revelado en base a la capacidad de la época-.
Si bien las religiones divinas contienen una gran parte de elementos comunes, las cualidades de cada nueva religión llegan al punto que se consideran a sí mismas abrogantes de la religión anterior. El Islam –que es la religión sobre la cual las religiones anteriores daban albricias a sus prosélitos- conforma el sello de las religiones; esto es, luego de la misma las puertas de la revelación divina han sido cerradas a la humanidad. Naturalmente, esta religión goza de una capacidad tal que puede responder a las necesidades de la humanidad hasta el final de los tiempos -considerando todos los cambios existentes en ese período.
En este compendio presentamos una reseña general de la religión del Islam, y a continuación de ello, la Escuela del Shiísmo -es decir, la explicación que la Gente de la Casa del Profeta (BP), esto es Ahl-ul Bait (P), hace del Islam.
Que sirva para que los musulmanes recuerden su propio honor y orgullo, y para que los no-musulmanes lo vean como algo que merece reflexión.
La religión del Islam
“ISLAM” etimológicamente tiene el significado de “someterse y exponer el cuello”, y el sentido de ello en el Sagrado Corán es “el sometimiento ante la voluntad de Dios”. Éste es el Islam en el sentido general de la palabra.
El Sagrado Corán no admite otra religión fuera del Islam -con el significado mencionado-:
«Ciertamente que para Dios la religión es el Islam».[1]
Desde la perspectiva islámica, el valor y la consideración pertenecen a la creencia pura y a la buena acción, y no a la simple vinculación nominal y formal a la religión:
«Por cierto que los creyentes, los judíos, los cristianos, los sabeos, quien cree en Dios y en el Último Día, y realiza buenas obras, esos tendrán su recompensa ante su Señor, y no tendrán temor ni se atribularán».[2]
Pero aún así, en nuestro tiempo, solamente la religión de Muhammad (BP) conforma la plasmación específica del “Islam”, así como las otras religiones divinas, en su momento, eran el exponente del sometimiento y adoración a Dios. En otras palabras, eran el “Islam” de su tiempo:
«¿Acaso fuisteis testigos cuando la muerte se le presentó a Jacob, cuando dijo a sus hijos: “¿Qué adoraréis después de mí?”. Dijeron: “Adoraremos a tu Dios y al Dios de tus padres; Abraham, Ismael e Isaac. Un solo Dios y a Él nos sometemos”».[3]
Por esto mismo, el Islam de Muhammad (BP) corrobora todas las religiones anteriores:
«Decid: “Creemos en Dios y en lo que nos fue revelado, y en lo que fue revelado a Abraham, a Ismael, a Isaac, a Jacob, a las tribus de Israel, en lo que le fue dado a Moisés, a Jesús, y en lo que les fue dado a los profetas por su Señor. No hacemos distinción entre ninguno de ellos, y nosotros a Él nos sometemos”».[4]
Y es en base a esto mismo que, aquel a quien no le fueron explicadas las creencias islámicas, o bien le fueron explicadas pero no las entendió –en otras palabras es un ignorante sin culpa- y en consecuencia permaneció alejado de la verdad, desde la perspectiva del Islam es un oprimido, se considera exculpado y es objeto de condescendencia.
La religión del Islam es la promesa hecha a todas las religiones divinas
Dice Dios:
«Y esforzaos por Dios como se debe. Él os eligió y no dispuso para vosotros ninguna dificultad en la religión. Es el culto de vuestro padre Abraham quien os llamó musulmanes (sometidos a Dios) antes y aquí, de manera que el Mensajero sea un testimonio sobre vosotros y seáis un testimonio sobre la gente. Así pues, realizad la oración, dad el diezmo y aferraos a Dios. Él es vuestro Señor. ¡Qué buen Señor! ¡Y qué buen Auxiliador!».[5]
La religión de Muhammad (BP) es el Islam en la concepción particular de la palabra
EL ISLAM ES EL SELLO DE LAS RELIGIONES. Esto es, es la última de las religiones divinas, la cual, a través del último de los profetas de Dios, Muhammad (BP), fue revelada a los siervos de Dios. Su culto será el exponente de la adoración a Dios hasta el final de los tiempos. Tener fe y aferrarse a la misma garantiza la voluntad de Dios en la vida de la humanidad.
En épocas del envío del Gran Mensajero (BP) la humanidad alcanzó un grado de aptitud y capacidad tal que logró la idoneidad para portar la religión completa de Dios, poder entenderla con la ayuda de los piadosos santos de la religión y disponer la lámpara de su propia guía hasta el final de los tiempos.
Las enseñanzas del Islam no se limitan a una región o raza en particular, sino que disponen bajo su sombra a todas las generaciones de la humanidad hasta el día de la Resurrección. Así también, la religión del Islam considera todos los aspectos de la vida de la humanidad y engloba todo aquello que los seres humanos necesitan para su felicidad en cuanto a lo material y espiritual en el ámbito de su vida individual y social.
Las enseñanzas del Islam
LAS ENSEÑANZAS DE LA RELIGIÓN ISLÁMICA pueden ser divididas en tres partes: las creencias, la moral, y la jurisprudencia.
El Imam As-Sâdiq (P) transmite en un hadîz lo siguiente:
Dijo el Profeta (BP): “Por cierto que el conocimiento está conformado por tres partes: una aleya coránica determinante, un precepto justo o una tradición establecida”.[6]
Las creencias religiosas conforman la base de la religión y del resto de las enseñanzas religiosas. Los ejes de las creencias de la religión del Islam -al igual que las otras religiones divinas- son tres: el Monoteísmo, la Profecía y el Más Allá.
El Monoteísmo, el cual es la más básica de las enseñanzas religiosas, alcanza su plenitud como creencia luego de que se llega a la convicción en la Unicidad de Dios, y dentro del marco de la completa adoración y servilismo al Creador, al punto que el Islam no bosqueja más objetivo para la creación que el de la servidumbre a Dios:
«No he creado al genio y al hombre sin para que me adoren».[7]
El Islam, además de la creencia en la Unicidad Divina en lo referente a la Creación (tawhîd fil jâliqîiah), también sostiene la unicidad en “el señorío o regencia existencial” (rubûbîiah takwinîiah) y “el señorío o regencia legislativa” (rubûbîiah tashrî‘îiah). Esto significa que no considera que Dios solamente creó el mundo y lo dejó a su suerte y que lo que sucede no tiene que ver con la Voluntad Divina, sino que sostiene que la misma engloba y rige en toda la existencia (rubûbîiah wa wilâiah takwînîiah - “Señorío y Potestad existencial”). Asimismo, luego de conferir el libre albedrío al ser humano, Él expone un orden para la vida humana en el marco de unas leyes y normas, y esa tutoría y supervisión conforma Su exclusivo derecho (rubûbîiah wa wilâiah tashrî‘îiah - “Señorío y Potestad legislativa”).
De la wilâiah tashrî‘îiah de Dios se desprende la necesidad de la profecía. Una de las funciones de los profetas es anunciar las leyes divinas a los seres humanos. Asimismo, es necesario que la explicación de las realidades y el hecho de dirigir la atención de la humanidad hacia las mismas se dé a través de los profetas.
La creencia en los Profetas, significa creer en la existencia de mensajeros que trajeron para la humanidad el Mensaje de la Revelación Divina. Aquí, el propósito de Revelación (wahî) es el Mensaje que fluyó en los Libros Celestiales y del corazón y boca de los profetas, en forma de palabras especiales.
Por supuesto, a los profetas también se les revelaban e inspiraban palabras. En la tradición islámica a ello se le llama hadîz qudsî o dicho sagrado.
El hadîz qudsî es un mensaje divino que se expone a las personas con palabras de los mismos profetas y no de Dios directamente, a diferencia del Sagrado Corán, donde tanto el significado como las mismas palabras provienen de Dios, Majestuoso e Imponente.
El Mensaje de la Revelación conforma la fuente principal para conocer cualquier religión. La única religión donde la revelación de Dios a su profeta no ha sido objeto de alteración y olvido es la religión del Islam. Dios, de forma clara, prometió que resguardaría el mensaje del Corán:
«Ciertamente que Nosotros hicimos descender el Recuerdo, y ciertamente que Nosotros somos sus custodios».[8]
La historia también da testimonio de que no hubo alteración en el Sagrado Corán. Asimismo las tradiciones islámicas confirman ello.
Cabe mencionar que el Islam, al igual que las demás religiones divinas –a excepción de algunas religiones tergiversadas-, considera inmaculados a los profetas, y rechaza la posibilidad de que hayan cometido error en la transmisión del Mensaje de la Revelación:
«Y no habla por capricho. No es sino una revelación que es descendida»[9]
El Sagrado Corán es el Libro Celestial del Islam. Contiene todo aquello que la religión del Islam ha planteado, y deja en claro lo que es y lo que debe ser –por supuesto, “aquello que es y debe ser” cuyo conocimiento es necesario para la felicidad del ser humano.
Cuando el Sagrado Corán explica, a veces hace las veces de un maestro que le enseña a la humanidad lo que no sabe:
«Y Dios hizo descender sobre ti el Libro y la sapiencia, y te enseñó lo que no sabías. Y la gracia de Dios para contigo fue inmensa».[10]
Otras veces asume la posición de un “Recordador” que manifiesta aquello que está recóndito en la naturaleza humana y respecto a lo cual la persona, en realidad, está desatenta:
«Por cierto que os revelamos un Libro en el cual se encuentra un recuerdo para vosotros. ¿Acaso no reflexionáis?».[11]
La formación y la depuración de las almas es otra de las funciones de los profetas, lo cual también se fundamenta en la revelación:
«Así como enviamos entre vosotros a un Mensajero que os recita nuestras aleyas, os purifica y os enseña el Libro y la sapiencia; y os enseña lo que no sabíais».[12]
Es posible que “el afianzamiento del corazón” (esto es, suscitar la convicción interior) que señala el Sagrado Corán, también forme parte de la formación del alma.
«Y te narramos todas estas noticias sobre los profetas, con lo que afianzamos tu corazón».[13]
La formación y el recordativo espiritual abarcan las tres partes de las enseñanzas religiosas (la doctrina, la moral y la jurisprudencia), puesto que la humanidad necesita de la orientación divina.
Dios ennoblece al ser humano y pone énfasis en “la nobleza humana”:
«Y en verdad que hemos ennoblecido a los hijos de Adán y les portamos sobre la tierra y el mar, les agraciamos de las cosas buenas y les preferimos sobremanera por sobre mucho de lo que creamos».[14]
Ello es por los estados de perfección que están recónditos en su naturaleza. Tal vez la mayor de esas capacidades de perfección sea el entendimiento y comprensión de las realidades del mundo:
«¡Lee! En el Nombre de tu Señor que creó * Creó al ser humano de un coágulo * ¡Lee! Que tu Señor es el más Noble * Quien enseñó mediante el cálamo * Enseñó al ser humano lo que no sabía».[15]
A pesar de todo ello, el ser humano necesita ser sujetado por Dios para que no caiga presa del comportamiento ignorante y la altivez. Inmediatamente después de manifestar la nobleza del ser humano, Dios expresa:
«¡No! En verdad que el ser humano se ensoberbece * cuando se ve innecesitado».[16]
Esto nos refiere la debilidad de las personas. Asimismo, otras aleyas divinas nos describen al ser humano de la siguiente manera:
«Ciertamente que es opresor, ignorante».[17]
«Por cierto que el ser humano es opresor, desagradecido».[18]
«El ser humano es precipitado».[19]
«Y el ser humano fue creado débil».[20]
«Por cierto que el ser humano fue creado impaciente».[21]
La debilidad de la humanidad en lo relacionado a conocer las realidades del mundo –entre las que se cuenta su propia felicidad- por un lado (esto es, la debilidad en la razón teórica)[22], y su debilidad espiritual –lo cual abarca desde la existencia de las pasiones del alma hasta cómo es influenciado por su entorno natural, social, político y cultural- por otro lado (esto es, la debilidad en la razón práctica)[23], provocan que el ser humano:
Primero: no sepa en detalle lo que le conviene.
Y segundo: no pueda confiar en sus sentidos y su conciencia en forma absoluta.
Esto nos explica y da una idea general de la necesidad que la humanidad tiene de la Revelación.
La Revelación se apresura a asistir al ser humano a través de dos caminos: uno es a través de las mismas enseñanzas religiosas, y el otro exponiendo al “hombre perfecto”.[24]
«En verdad que habéis tenido en el Mensajero de Dios un excelente ejemplo».[25]
En cuanto al Ma‘âd (el Más Allá), esto es, la creencia en que:
Primero: La vida humana no se restringe a esta vida mundanal, sino que en el Día de la Resurrección todos los seres humanos volverán a la vida y comenzarán una vida eterna en su última morada.
Dijo el Profeta (BP): “No habéis sido creados para la aniquilación, sino que habéis sido creados para la permanencia, y sólo os trasladáis de una morada a otra”. [26]
Incluso, en las enseñanzas islámicas, además del mundo terrenal y del mundo del Más Allá, se habla sobre otro mundo denominado el mundo del Barzaj[27], el cual se encuentra entre esos dos:
«Y tras ellos hay una barrera (barzaj) hasta el Día en que sean resucitados».[28]
En base a esto, la vida del ser humano comienza al ser engendrado en este mundo y continúa por la eternidad.
Segundo: La vida mundanal es un sembradío para el Más Allá.
Dijo el Profeta (BP): “La vida mundanal es un sembradío para el Más Allá”.[29]
El “Retorno” que plantean las religiones divinas, nos deja en claro que: la vida eterna del ser humano se edifica en base a sus acciones en este mundo. Este mundo es una morada en la cual la persona resuelve el camino para su vida. El camino que el ser humano elige en esta vida en base a su intención pura o espuria, tomando como referencia a las pruebas de Dios (esto es, el intelecto y la revelación), delimita cómo será su vida eterna.
Dijo Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî (P): “Por cierto que Dios dispuso este mundo como morada para las acciones y dispuso a la otra vida como morada de la retribución a las mismas y de la permanencia”.
(Bihâr Al-Anwâr, t.32, p.464)
La vida del Más Allá es la corporeización de las acciones del ser humano en el mundo terrenal:
«Y quien haga la más mínima partícula de bien lo verá, y quien haga la más minima partícula de mal lo verá».[30]
Por supuesto, la virtud y misericordia divina puede hacer que la corporeización de la buena acción se muestre para su bienaventuranza de una forma cien veces mayor:
«Quien realice una buena acción, recibirá diez veces más».[31]
La armonía y el propósito del mundo
DESDE UNA PERSPECTIVA MONOTEÍSTA –que alegan las religiones divinas-, todo el mundo fue creado por una única Voluntad y es regido por la misma. Una Voluntad que es Sabia, Sapiente, Veraz y Benevolente. En base a esto, la unidad y armonía rigen en las partes de este mundo, según lo cual no se puede considerer ninguna parte del mismo desconectada de las demás.
Es por esto mismo que el sistema que rige en el mundo es un sistema moral[32], y las acciones correctas e incorrectas del ser humano en el mundo terrenal afectan su vida en el Más Allá.
El dominio de una unidad y armonía sapiente sobre el universo, en el Islam es objeto de un mayor énfasis. Esto es porque: cada plan que se dispone para corregir la vida espiritual del ser humano, también ordena su vida formal –tanto en el aspecto individual como en el social-. Por ello mismo, toda instrucción que emite sobre alguna cuestión de la vida material, va acompañada de los aspectos morales y en combinación con los principios doctrinales y el pensamiento espiritual. Esto es una tradición divina.[33]
La Escuela del Shiísmo
CON EL ENVÍO del Gran Profeta de Dios (BP), Muhammad Al- Mustafâ (el Elegido), que las bendiciones de Dios sean con él y su familia, en el año 610 de la era cristiana, el Islam nació en La Meca –una ciudad en la península arábiga (el Hiÿâz) donde Abraham (P) reedificó la Ka‘bah, el más importante lugar de adoración a Dios-. El Gran Profeta (BP) fue un hombre conocido por sus elevadas virtudes morales del clan de los hashemitas, uno de los clanes de la tribu de Quraish. La tribu de Quraish era renombrada y poderosa. Era la tribu más prominente de esos días en la zona del Hiÿâz, y el clan de los hashemitas entre ellos era conocido por su nobleza moral.
La convocatoria al Islam comenzó en la propia familia y clan del Profeta. Luego tomó forma abierta. La mayor oposición que enfrentó el Gran Profeta (BP) fue de parte de los contrincantes del clan de los hashemitas de la misma tribu de Quraish, lo cual fue un asunto que luego perduraría.
En cualquier caso, el desarrollo del Islam en La Meca, fue conformándose paulatinamente a los largo de 13 años, y a pesar de la hostilidad de Quraish y sus prosélitos, al emigrar el Profeta (BP) a la ciudad de Medina, se agilizó. Finalmente, a lo largo de 23 años de esfuerzos ininterrumpidos del Profeta y sus leales compañeros, toda la península arábiga se convirtió al Islam.
Durante este periodo, surgió un grupo conocido como “los shias (partidarios) de ‘Alî (P)”. Existen muchos hadices o narraciones del Gran Mensajero del Islam (BP) transmitidos a través de las dos corrientes (sunni y shi‘a) que nos señalan que tal predisposición fue reconocida oficialmente en vida del Gran Profeta (BP) e incluso fue ratificada. Por ejemplo:
El sabio sunni Ibn ‘Asâkir cita una narración transmitida por Ÿâbir Ibn ‘Abdil•lah Al-Ansârî, que dice:
“Nos encontrábamos junto al Profeta (BP) y llegó ‘Alî (P). Entonces dijo el Profeta (BP): “¡Por Aquel en cuyas manos está mi alma! Por cierto que éste y sus shias serán los triunfadores el día de la Resurrección”. Tras ello fue revelada la aleya que expresa:
«Por cierto que los creyentes que practican buenas obras, esos son lo mejor de la creación».[34]
Por ello, cuando llegaba ‘Alî (P) los Compañeros del Profeta (BP) decían: “Ha llegado lo mejor de la creación”.
(Ad-Durr Al-Manzûr, t.6, p.589. Edic. Dâr Al-Fikr)[35]
La historia menciona el nombre de un número considerable de Compañeros del Profeta (BP) como “Shias de ‘Alî (P)”. Entre los mismos se encuentran grandes personalidades como: ‘Abdul•lah Ibn ‘Abbâs, Al-Fadl Ibn ‘Abbâs, Qazm Ibn ‘Abbâs, ‘Aqîl Ibn Abî Tâlib, Salmân Al-Farsî, Miqdâd, Abû Dharr, ‘Amâr Ibn Iâsir, Abû Aîiûb Al-Ansârî, Ubaî Ibn Ka‘b, Sa‘d Ibn ‘Ubâdah, y Muhammad Ibn Abî Bakr fueron parte de dicho grupo. (Referirse a los libros: Usud Al-Gâbah, Al-Istî‘âb, y Al-Isâbah, de entre los libros escritos por renombrados sabios sunnis, y a los libros: Ad-Daraÿât Ar-Rafî‘ah, Asl Ash-Shî‘ah wa Usûlihâ, y Al-Fusûl Al-Muhimmah, de entre los libros de los sabios shias).
El origen de este suceso fue la posición que gozaba ‘Alî ibn Abî Tâlib (P) ante el Noble Profeta (BP) desde el punto de vista de las perfecciones religiosas por un lado, y la designación del Profeta (BP) basadas en la sucesión de ‘Alî (P) tras sí.
Este asunto no fue aceptado por muchos de aquellos quraishitas que desde antaño mantenían pugnas tribales con los hashemitas. Esa disconformidad muchas veces incluso en vida del Profeta (BP) se manifestaba en la forma de oponerse a ‘Alî (P). El Profeta (BP) repetidas veces se quejó por las objeciones que los quraishitas hacían de ‘Alî (P).
En el suceso de la expedición enviada al Yemen, un grupo de entre los Compañeros (Jâlid Ibn Al-Walîd y sus acólitos) fueron ante el Profeta (BP) a quejarse de ‘Alî (P) –que era el jefe de la expedición-. El Mensajero de Dios volvió el rostro unas cuantas veces y luego al ver su insistencia se enojó y dijo: “¿Qué queréis de ‘Alî?”. Luego inmediatamente dijo: “Por cierto que ‘Alî es de mí y yo soy de él, y es el Walî (patrono) de todo creyente después de mí”. (Citado en los principales libros sunnis como Musnad Ahmad[36], t.4, p.438, hadîz nº 19081, y Sahîh At-Tirmidhî[37], t.5, p.296, hadîz nº 3645).
Esas disconformidades definieron el apego a favor de Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî (P).
El segundo califa da testimonio de ello allá donde le dice a Ibn ‘Abbâs: “¡Oh Ibn ‘Abbâs! ¿Sabes qué es lo que impidió que os dieran la bai‘ah (juramento de fidelidad) después del Profeta? Ellos no querían que vosotros tuvieseis tanto la profecía como el califato, y presionaron a su gente. Es por eso que Quraish eligió el califato para sí mismo. ¡Y fue algo correcto y exitoso!”.
Luego dice: Escuché que tú dices “nos arrebataron el califato por la fuerza y tiranamente a causa de la envidia”.
Ibn ‘Abbâs le respondió: “Respecto a lo que dices que nos fue arrebatado por la fuerza y tiranamente, conforma una realidad que es conocida tanto por el ignorante como por el sabio, y es algo claro para todos. En cuanto a lo que dices que fue por causa de la envidia, tú sabes que Adán (P) fue objeto de la envidia, y nosotros también somos sus hijos envidiados… (Al-Kâmil fî-t Ta’rîj[38], t.3, p.24; Sharh Ibn Abîl Hadîd[39], t.3, p.107; Ta’rîj Bagdâd[40], t.2, p.97).
Al-Ia‘qûbî también transmite el diálogo anterior y al final agrega:
Dijo ‘Umar: “¡Juro por el Dios de Ibn ‘Abbâs! ¡que realmente ‘Alî, tu primo, es la persona más adecuada para el califato, pero Quraish no lo puede ver!”. (Murûÿ Adh-Dhahab, t.2, p.137).
Tal pugna y envidia incluso frente a un Profeta, no eran extrañas en el profundo régimen tribal que imperaba sobre la península árabe.
La realidad del Shiísmo:
LA SHI‘AH SOSTIENE el Imamato de 12 personas de la descendencia del Gran Profeta (BP) y considera que el doceavo Imam se encuentra aún vivo y oculto.
La escuela del Shiísmo en particular invoca dos principios básicos:
1. La condición de Ahl-ul Bait (P), la Gente de la Casa del Profeta (BP), como referentes del conocimiento. Ello es demostrable mediante numerosos hadices del Profeta (BP):
La aleya de Tathîr (la Purificación):
«Por cierto que Dios sólo quiere alejar de vosotros la impureza, Ahl-ul Bait, y purificaros sobremanera».[41]
Según los hadices tanto de los shias como de los sunnis, esta aleya fue revelada refiriéndose a Ahl-ul Bait (P), la Gente de la Casa del Profeta (BP).
El Hadîz de Zaqalain (los dos tesoros):
DIJO EL PROFETA (BP): “¡Oh gente! Ciertamente que dejo entre vosotros aquello a lo cual si os aferráis no os extraviaréis: el Libro de Dios y mi descendencia, Ahlu Baîtî (La Gente de mi Casa)”. (Kanz Al-‘Ummâl, t.1, p.44; Musnad Ahmad, t.5, p.26; Mustadrak Al-Hâkim, t.3, p.109 y 148, … con ligeras diferencias en cada narración).
El Hadîz de Safînah (El Arca):
DIJO EL PROFETA (BP): “¡Sabed que el ejemplo de la Gente de mi Casa (ahlu baîtî) entre vosotros es como el ejemplo del Arca de Noé: quien se embarcó en ella se salvó y quien se rezagó de la misma se ahogó”. [42]
Éstas, al igual que decenas de otras narraciones -algunas de las cuales fueron trasmitidas como explicadoras de aleyas del Sagrado Corán-, todas son un testimonio de que la Gente de la Casa del Profeta (BP) fueron una prueba para la humanidad en lo concerniente al conocimiento del Islam, y que al explicar la religión estaban indemnes de la equivocación.
La escuela del Shiísmo posee una característica propia al tener la creencia en esa posición de Ahl-ul Bait (P), la Gente de la Casa del Profeta (BP), y es el hecho de que la escuela del Shiísmo es la única que, mediante la creencia en la wilâiah y la orientación de los puros Imames (P), resguardó para siempre el nexo de la guía divina entre Dios y la Creación –mediante la dilucidación de las normas islámicas y su adaptación constante al tiempo y al lugar, y asimismo mediante el hecho de presentar el ideal del ser humano perfecto en cada tiempo. Así, considera que la wilâiah divina se encuentra viva y permanente.
La carencia de esta creencia en las demás escuelas islámicas –y asimismo en las demás religiones-ha provocado que se suponga que la religión no ha dejado en claro las cosas en muchas cuestiones, y que respecto a las mismas se deben idear soluciones convenientes sin la orientación de la Revelación. Idear soluciones convenientes sin la influencia de la Revelación, a lo largo de la historia ha sido causa de desvío, discrepancias y divisiones sociales, y no ha llevado más que a la corrupción. Es suficiente con observar el mundo de hoy para tomar conciencia de ello. Eso es así mientras que la Shi‘ah siempre se ha nutrido de la Revelación por aferrarse a la wilâiah de los Inmaculados (P).
Los inmaculados de la Casa del Profeta (BP) nos han legado decenas e incluso cientos de miles de hadices relacionados a la enseñanza de la religión, y la institución de las escuelas religiosas de la Shi‘ah (hawzah ‘ilmîiah), a lo largo de trece siglos de la fundación de la misma por medio de Ahl-ul Bait (P), se ha ocupado de extraer, profundizar y divulgar esos conocimientos.
2. La wilâiah política de Ahl-ul Bait (P): La escuela del Shiísmo dice: El Profeta del Islam delegó el califato y el liderazgo de la comunidad islámica de forma directa e inmediata a Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî (P), y luego de él a los 11 Imames de su descendencia, y fue el fanatismo de la época de la ignorancia que persistía en la gente lo que provocó que los sucesos relacionados al califato ocurrieran de otra manera y no se concretara ese dictamen de la religión islámica.
Las pruebas de estas alegaciones también las constituyen las palabras del Profeta (BP) que pronunció siguiendo la orden divina:
El Hadîz de Manzilah (La Posición):
NARRA AL-BUJÂRÎ en su Sahîh: El Mensajero de Dios (BP) salió en la expedición de Tabûk y la gente partió con él. Entonces ‘Alî le dijo: “¿Yo parto contigo?”, y le dijo: “No”. Entonces ‘Alî (P) lloró y el Mensajero de Dios (BP) le dijo: “¿Acaso no te complace que tengas con relación a mí la posición que Aarón tenía con relación a Moisés, sólo que después de mí no habrá más profeta? Yo no debo partir a menos que seas tú mi califa”. (Sahîh Al-Bujârî[43], t.5, sección: Las virtudes de los compañeros del Profeta, cap.: Las virtudes de ‘Alî, p.24; Sahîh Muslim[44], cap.: Las virtudes de ‘Alî, pp.120 y 121).
El Hadîz mutawâtir de Gadîr:
TRANSMITE AHMAD DE ZAÎD IBN ARQAM que dijo: Nos detuvimos con el Mensajero de Dios (BP) en un valle al que le dicen valle de Jumm. Ordenó realizar la oración, y la rezó al mediodía. Dijo: Y nos habló, y el Mensajero de Dios (BP) se guareció del sol a la sombra de una prenda dispuesta sobre unos arbustos; y dijo: “¿Acaso no sabéis, (u acaso no testimoniáis) que yo tengo primacía sobre todo creyente sobre su propia vida?”. Dijeron: Así es. Dijo: “De quien yo fuera su mawlâ, ‘Alî es su mawlâ. ¡Dios mío! Sé amigo de quien le sea amigable, y sé hostil con quien le sea hostil”. (Musnad Ahmad, t.4, p.372; As-Sawâ‘iq Al-Muhriqah[45], p.43-44; Mustadrak Al-Hâkim, t.3, p.109).
Es necesario que sepamos que el suceso de Gadîr Jumm aconteció luego de haber sido revelada la aleya de Al-Balâg, en la que Dios expresa:
«¡Oh Mensajero! Anuncia lo que te ha sido revelado por tu Señor, que si no lo hicieras, no habrás comunicado Su Mensaje. Y Dios te mantendrá indemne de la gente. Por cierto que Dios no guía al pueblo de los incrédulos».[46]
Luego de anunciar la wilâiah de Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî (P), fue revelada la aleya de Ikmâl Ad-Dîn, en la que Dios expresa:
«Hoy, se han desesperanzado aquellos que han descreído de vuestra religión, así pues no les temáis, mas, temedme. Hoy os he perfeccionado vuestra religión, he completado Mi gracia para con vosotros, y me ha complacido para vosotros el Islam como religión».[47]
Lo que hasta ahora hemos citado como pruebas documentadas, es tan sólo una pequeña parte de un considerable conjunto de aleyas, narraciones e indicios lógicos e históricos –incluso de entre las mismas fuentes de los sunnis-.
Todas las corrientes islámicas se enfrentan a la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que el Gran Profeta (BP), con todo ese compromiso y preocupación por su comunidad, dejara en la ambigüedad el asunto de la conducción de la misma después de su muerte? Sólo esto constituye un claro indicio de que tenía que haber designado un califa, ni qué decir respecto a las explícitas narraciones al respecto.
Con esto se hace patente que el Shiísmo es en realidad la continuación de un movimiento que el mismo Profeta del Islam (BP) orientó. El Shiísmo es una explicación del Islam que nos fue expuesta por medio de la Familia del Profeta del Islam (BP), en su título de “Formados por la persona del Profeta (BP)”.
El Imam ‘Alî (P), en una de sus cartas a sus shias (seguidores), expresa lo siguiente luego de decir: “En el Nombre de Dios”:
“Del siervo de Dios, ‘Alî Amîr Al-Mu’minîn a sus shias de entre los creyentes. Ese nombre (shi‘ah) fue ennoblecido por Dios en Su Libro Sagrado al decir: «Y por cierto que entre sus shias se contaba Abraham». Vosotros sois los shias del Profeta Muhammad… Es un nombre que no es particular de un grupo, y un asunto que no fue innovado…[48]
Esto es, “seguirme a mí es seguir al Gran Mensajero, puesto que él me designó su sucesor”. Asimismo, ese nombre no es sólo particular de algunos Compañeros del Profeta (BP) como Abû Dharr, Miqdâd, Salmân y ‘Ammâr, sino que es un nombre que hace referencia a cualquiera que crea en Muhammad y en su sucesor.
En cualquier caso, con los sucesos ocurridos en la Saqîfah (donde un grupo reunido eligió a Abû Bakr como califa mientras en otra parte aún se lavaba el cuerpo del Profeta,), la wilâiah de los puros Imames no se concretó oficialmente. Lamentablemente, así también la aprehensión de los califas omeyas y los abbasidas respecto a la influencia de Ahl-ul Bait (P) motivó que incluso su condición de referentes del conocimiento fuese desestimada, al punto que la Gente de la Casa del Profeta (BP) y los Imanes de la Shi‘ah tuvieron que permanecer en una especie de taqîiah o disimulo, siendo finalmente todos martirizados.
La exhortación de hoy, de la comunidad Shi‘ah, es que: ahora que –como ya sabemos- de cualquier manera el asunto del califato ya pasó en la historia, por lo menos reavivemos la condición de referentes de conocimiento de Ahl-ul Bait (P) de manera que sus enseñanzas se extiendan. Creemos que muchas de las dificultades de la comunidad islámica surgen del hecho de que la misma se encuentra privada de esos conocimientos, y si en adelante asumimos la marcha de la historia de la forma en que el Mensajero de Dios (BP) la delineó, la guía del Islam se expandirá a todo el mundo.
Los Imames de la Shi‘ah:
Los Imames inmaculados, con ellos sea la paz, que fueron sucesores del Mensajero (BP) uno tras otro, son doce, de los cuales el doceavo se encuentra vivo y oculto.
Luego de que el Gran Mensajero (BP) designara a Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî para el Imamato, la designación del siguiente Imam a través del Imam ‘Alî (P) hubiese sido suficiente para que se estableciera el Imamato del segundo Imam. Asimismo sucede con los siguientes, y efectivamente cada uno de los Imames de la Shi‘ah fue designado claramente por el precedente.
A pesar de ello, en muchas narraciones, el Gran Mensajero (BP) deja en claro el número de los Imames, e insiste en su condición de tales.
A título de ejemplo, a continuación citaremos dos narraciones de fuentes sunnis:
1) Al-Bujârî transmite de Ÿâbir ibn Samurah lo siguiente:
“Escuché al Mensajero de Dios (BP) decir: “Habrá doce emires” y dijo unas palabras que no escuché. Me dijo mi padre: (El Profeta) dijo: “Todos serán de Quraish”. (Sahîh Al-Bujârî, t.9, Kitâb Al-Ahkâm, cap 51: Al-Istijlâf).
At-Tirmidhî transmite la siguiente narración de Ÿâbir:
Dijo el Mensajero de Dios (BP): “Habrá después de mí doce emires”. (Sahîh At-Tirmidhî, t.2, p.45, edic. año 1342).
Ahmad Ibn Hanbal lo transmite de la siguiente manera:
“Habrá para esta comunidad doce califas”. (Musnad Ahmad, t.5, p.86-108).
Estas narraciones y otras similares fueron transmitidas por decenas de vías. Ahora, la expresión “doce califas”, ¿para quien puede aplicarse sino a los Imames de la Shi‘ah?
2) En Ianâbî‘ Al-Mawaddah[49] se transmite lo siguiente:
Se transmite de Muÿâhid, de Ibn ‘Abbâs, que Dios esté complacido de ambos, que este último dijo: Vino un judío al que le decían Na‘zal y dijo: ¡Oh Muhammad! Te pregunto por cosas que inquietan mi pecho… (y el hadîz continúa hasta que dice:) Dijo el Mensajero de Dios (BP): “Por cierto que mi sucesor es ‘Alî Ibn Abî Tâlib, después de él mis dos nietos Hasan y Husain, a quienes le seguirán nueve de la descendencia de Husein”. Dijo: ¡Oh Muhammad! Llámalos por sus nombres. Dijo: “Después de Husein, será su hijo ‘Alî, después de él su hijo Muhammad, después de Muhammad su hijo Ÿa‘far; después de Ÿa‘far su hijo Mûsâ; después de Mûsâ su hijo ‘Alî, después de’Alî su hijo Muhammad, después de Muhammad su hijo ‘Alî, después de ‘Alî su hijo Hasan, y después de Hasan su hijo Muhammad Al-Mahdî. Esos son los doce”. … (Hasta que dijo:) “Y por cierto que el doceavo de mi descendencia se ocultará de manera que no será visto y vendrá para mi comunidad un tiempo en el que no permanecerá más que su nombre, no permanecerá del Corán más que su nombre. Entonces, Dios, Venerable y Exaltado Sea, le permitirá manifestarse, y Dios expondrá el Islam mediante suyo y lo restaurará”[50].
[1] Âal ‘Imrân; 3: 19.
[2] Al-Baqarah, 2: 62.
[3] Al-Baqarah; 2: 133.
[4] Al-Baqarah; 2: 136.
[5] Al-Haÿÿ; 22: 78.
[6] Al-Kâfî 1 / 32.
[7] Adh-Dhariât; 51: 56.
[8] Al-Hiÿr; 15: 9.
[9] An-Naÿm; 53: 3.
[10] An-Nisâ’; 4: 113.
[11] Al-Anbiâ’; 21: 10.
[12] Al-Baqarah; 2: 151.
[13] Hûd; 11: 120.
[14] Al-Isrâ’; 17: 70.
[15] Al-‘Alaq; 96; 1-5.
[16] Al-‘Alaq; 96: 6-7
[17] Al-Ahzâb; 33: 72.
[18] Ibrâhîm; 14: 34.
[19] Al-Isrâ’; 17: 11.
[20] An-Nisâ’; 4: 28.
[21] Al-Ma‘âriÿ; 70: 19.
[22] “La razón teórica” (‘aql nadzarî) es la capacidad de la persona para inferir el conocimiento.
[23] “La razón práctica” (‘aql ‘amalî) es la capacidad de la persona para comprender las buenas y malas acciones y disponer ello como la luz en su camino.
[24] Las religiones, al presentar a los profetas y a unas personas santas en particular como almas inmaculadas, esto es, personas que no se equivocan ni a propósito ni por ignorancia, establece un paradigma para el ser humano. Al referirse a los paradigmas humanos se puede: primero, encontrar un criterio de referencia para la correcta conciencia humana; y segundo, acudir a ellos para saber cómo aplicar en la vida las enseñanzas de la religión.
[25] Al-Ahzâb; 33: 21.
[26] Bihâr Al-Anwâr, t.6, p.249.
[27] El mundo del Barzaj corresponde a un estado donde el alma permanece entre la muerte y la Resurrección. El mundo del Barzaj, al mismo tiempo que en algunas narraciones es ejemplificado mediante el mundo de los sueños, conforma un pequeño ejemplo de la Resurrección, puesto que en este “mundo de los sueños” las almas impuras se encuentran perturbadas y afligidas, y las almas puras se encuentran tranquilas.
[28] Al-Mu’minûn; 23: 100.
[29] ‘Awâlî Al-Laiâlî, p.1, p.267.
[30] Az-Zalzalah; 99: 7-8.
[31] Al-An‘âm; 6: 160.
[32] Uno de los mensajes comunes de las religiones divinas es que: el sistema que rige sobre el mundo es un sistema moral; esto es, toda acción que surge de una persona por su libre albedrío, no queda sin respuesta. Si es una buena acción, la respuesta será lo bueno; y si la acción fue execrable, verá como respuesta lo malo. Nadie puede escapar de la justicia de Dios. Lo que le toque a cada uno de la bondad divina será equivalente a lo otorgado a los demás, y justo.
[33] El sentido de “Tradición Divina” son las disposiciones existenciales sobre las cuales se afianza el sistema de universo y que son inevitables: «Y el tramar la maldad no recae sino en sus propios autores. ¿Acaso esperan algo diferente a lo que cupo a la práctica de los antiguos? Nunca encontrarás cambio en la práctica de Dios. Y no encontrarás mutación en la práctica de Dios» (Fâtir; 35: 43). La tradición o “práctica” de Dios debe ser indagada en los signos de la creación y disposición de Dios.
[34] Al-Baîinah, 98: 7.
[35] Ad-Durr Al-Manzûr fi At-Tafsîr bil Ma’zûr, es un libro de exégesis del Sagrado Corán, en base a narraciones, escrito por Ÿalâluddîn ‘Abdurrahmân Ibn Abî Bakr As-Suiûtî, quien fue un jurisconsulto, exegeta, experto en tradiciones e historiador de la escuela shafi‘î. Nació en el año 849 HQ (calendario lunar islámico) en As-Suiût, Egipto, donde creció. El Hanbalita Ibn Al-‘Amâd dice a su respecto: Fue el más sabio de su época en las ciencias del hadîz y de riÿâl (esto es, la ciencia que estudia la confiabilidad de los trasmisores de las narraciones) y en lo que respecta a la emisión de fatuas o dictámenes religiosos. Falleció en el año 911 HQ. (ver: Kashf Adz-Dzunûn, Sahadharât Adh-Dhahab y Ad-Dauw Al-Lâmi‘).
[36] Musnad Ahmad es uno de los más famosos libros de hadîz de la corriente sunni. Fue escrito por Ahmad Ibn Muhammad Ibn Hanbal Abû ‘Abdil•lah Ash-Shaibânî Al-Wâ’ilî. Es el Imam de los hanbalitas y uno de los imames de las cuatro escuelas de jurisprudencia sunni. Nació en Bagdad en el año 164 HQ y falleció en tiempos del califa abbasida Al-Mutawakkil en el año 241HQ. Dejó muchas obras de las cuales, la más importante es Al-Musnad, que contiene cerca de treinta mil hadices. (Ver: Ta’rîj Ibn ‘Asâkir, Sifat As-Safwah, y Ta’rîj Bagdâd).
[37] Sahîh At-Tirmidhî: es uno de los seis Sihâh (principales compilaciones del hadîz) de los sunnis. Su autor fue Abû ‘Isâ Muhammad Ibn ‘Isâ At-Tirmîdhî. Fue un renombrado hâfidz y uno de los imames del hadîz entre los sunnis. Falleció en el año 279 HQ en Tirmidh, en la aldea de Bûg. (Ver: Al-Fihrist, Mîzân Al-I‘tidâl y Tahdhîb At-Tahdhîb).
[38] Al-Kâmil fî-t Ta’rîj, escrito por Ibn Al-Azîr Al-Ÿazrî.
[39] Ibn Abîl Hadîd: ‘Izzuddîn Abîl Hâmid Ibn Hibah Ibn Muhammad Ibn Al-Husain Ibn Abîl Hadîd Al-Madâ’inî. Fue uno de los grandes sabios e historiadores del segundo periodo abbasida. Fue un versado faqîh, jurisconsulto y literato, sobre todo en esta última rama. Su corriente doctrinal era la mu‘tazilîta. Nació en Madâ’in en el año 586 HQ, y falleció en el año 656 HQ. Dejó numerosas obras, una de las cuales es Sharh Nahÿ Al-Balâgah, un comentario a las palabras recopiladas del Imam ‘Alî (P). (Ver: La Introducción a Sharh Nahÿ Al-Balâgah, del mismo Ibn Abîl Hadîd).
[40] Ta’rîj Bagdâd, escrito por Abû Bakr Ahmad Ibn ‘Alî Ibn Zâbit Al-Bagdâdî, conocido como Al-Jatîb. Fue uno de los expertos en hadîz e historiador. Nació en el año 392 HQ en Guziah que era una localidad entre Kûfa y La Meca. Se crió en Bagdad hasta que finalmente en el año 463 HQ falleció en esa misma ciudad. Se han llegado a contar 56 volúmenes entre sus obras, de las cuales las más importante son: Ta’rîj Bagdâd en 14 tomos, Al-Bujalâ’, Al-Kifâiah fi ‘Ilm Ad-Dirâiah y otros. (Ver: Mu‘ÿam Al-Udabâ’, Tabaqât Ash-Shafî‘îah de Ibn ‘Asâkir, y Wafiât Al-A‘iân).
[41] Al-Ahzâb; 33: 33.
[42] Mustadrak Al-Hâkim, t.3, p.151.
[43] Sahîh Al-Bujârî es uno de los seis Sihâh de los sunnis. Incluso es el más importante de los mismos. Su autor fue el experto en la ciencia del hadîz Abû ‘Abdul•lah Muhammad Ibn Abîl Hasan Ismâ‘îl Al-Bujârî. Nació en 194 HQ y falleció en 256 HQ. (Ver: At-Tabaqât de As-Sabkî, Tabaqât Al-Hanâbilah, Tahdhîb At-Tahdhîb, y Al-Wâfî).
[44] Sahîh Muslim es otro de los seis Sihâh de los sunnis. Su autor fue el renombrado experto en hadîz Abul Hasan Muslim Ibn Al-Haÿÿâÿ Ibn Muslim Al-Qushaîrî An-Nîshâbûrî. Nació en el año 206 HQ en Nîshâbûr y ahí mismo falleció a la edad de 55 años, en el año 261 HQ. (Ver: Al-Fihrist, Tahdhîb At-Tahdhîb, Tabaqât Al-Hanâbilah, y Ta’rîj Bagdâd).
[45] As-Sawâ‘iq Al-Muhriqah: escrito por Sulaîmân Ibn Joÿah Ibrâhîm Qabalân Al-Hanafî An-Naqshbandî Al-Qandûzî. Nació en 1220 HQ y falleció en 1270 HQ en Constantinopla. Otro de sus libros famosos es Ianabî‘ Al-Mawaddah fî Shamâ’il Ar-Rasûl wa Ahlul Bait. (Ver: Mu‘ÿam Al-Matbû‘ât y Al-A‘lâm de Az-Zarkalî).
[46] Al-Mâ’idah; 5: 67.
[47] Al-Mâ’idah; 5: 3.
[48] Mustadrak Nahÿ Al-Balâgah, t.2, p.29.
[49] Ianâbî‘ Al-Mawaddah escrito por Sulaimân Ibn Jûÿah Al-Qandûzî.
[50] Ianâbî‘ Al-Mawaddah, cap. 76, p.440, octava edición, Ediciones Dâr Al-Kutub Al-‘Irâqîiah 1385 HQ.
Libros.ir
http://libros.ir/libros/Biblioteca%20Islamica/Revistas%20y%20articulos%20de%20temas%20diversos%20(48)/Revista%20Az-Zaqalain/AzZaqalain25.pdf
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