Wednesday, December 21, 2011

Reflexiones a 25 años de la victoria de la Revolución Islámica del Irán (1979-2004)

Reflexiones a 25 años de la victoria de la Revolución Islámica del Irán (1979-2004)
POR EL PROF. SHAMSUDDÍN ELÍA
(Instituto Argentino de Cultura Islámica)
El Mensaje de Az-Zaqalain
N° 25, Artículo N° 5
Libros.ir
Dhul Hiÿÿah 1424 / Febrero 2004


SE DICE QUE UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS. Pero se puede añadir que mil imágenes no valen un concepto. Hay tres conceptos que pueden definir la victoria de la Revolución Islámica del Irán y su legado político, social y cultural para el mundo contemporáneo.

1. La Revolución Islámica del Irán ha demostrado que la religión está mejor capacitada para movilizar a las masas que las ideologías seculares.

2. La Revolución Islámica del Irán no sólo desafía la hegemonía cultural de las ideas occidentales, sino que constituye un modelo social y un modo de vida alternativos.

3. La Revolución Islámica del Irán ha sido uno de los sucesos más importantes y trascendentales de la historia moderna, comparable a la Revolución Francesa en el siglo XVIII y a la Revolución Rusa a principios del siglo XX.

Existen innumerables razones para creer que la Revolución Islámica del Irán a sido el motor que ha puesto nuevamente en marcha el renacimiento y la renovación del mundo musulmán, largamente postergado y absolutamente necesario e imprescindible. Numerosos centros de altos estudios en Occidente han analizado el fenómeno y han llegado a conclusiones terminantes. Por ejemplo, el Centro para Estudios Internacionales del Instituto de tecnología de Massachusetts (EE.UU.) dice al respecto:

«La Revolución Iraní ha producido uno de los principales desarrollos de la religión y la política de nuestro tiempo: el renacimiento islámico de Indonesia a Marruecos y de Turquía al África central» (en un artículo titulado Iran in Comment, publicado por The Catholic Institute for International Relations, Londres, Mayo de 1980).

Igualmente, el Dr. Hamid Algar, profesor de Estudios Islámicos e idioma persa de la Universidad de California en Berkeley, hace la siguiente observación:

«El caso de la Revolución Islámica del Irán merece una atención especial. Con el paso del tiempo, quedará demostrado que ha sido el evento más significativo de la historia islámica contemporánea. Ya podemos ver, sin embargo, el impacto de la Revolución Islámica a lo largo y lo ancho del mundo islámico, desde Marruecos a Indonesia, desde Bosnia al corazón de Europa y al de África» (Hamid Algar: The Roots of the Islamic Revolution (‘Las raíces de la Revolución Islámica’), The Open Press, Londres, 1983, p. 9.)

El Dr. Kalîm Siddîqui, ex director del Instituto Musulmán de Londres, oportunamente hizo esta declaración:

«A partir de la difusión de los principios y objetivos de la Revolución Islámica del Irán en algunos países sunníes, algunos de los más reaccionarios, podría decir, puedo asegurarles que la gente en esos países ha recepcionado el mensaje positiva y concienzudamente. Algunos de ellos se toman la precaución de poner el cerrojo a sus puertas antes de mencionar el tema. Si las fronteras nacionales desaparecieran, probablemente el Aiatol•lah Jomeini sería elegido unánimemente por la Ummah como el líder del mundo musulmán» (Ponencias del Instituto Musulmán, Londres, 1980, prólogo de K. Siddîqui)

El Imam Jomeini rechazó siempre a los críticos que opinaban que los musulmanes debían apartarse de la política. Él les contestaba con una pregunta a la que luego le agregaba la respuesta correspondiente: — ¿Se mantuvo el profeta Muhammad apartado de la política? Si se hubiera limitado a ser el Mensajero de Al•lâh, habría entregado el Libro de Al•lâh, el Sagrado Corán, y desaparecido inmediatamente. Pero Al•lâh le ordenó que luchara en batallas como Uhud. Organizó la sociedad y actuó de juez de la comunidad. Envió a luchar a los ejércitos contra los oligarcas de La Meca y contra los bizantinos, despachó a los embajadores, firmó tratados.

«Es absurdo decir que el Dîn puede separarse de la política. Esto es lo que quieren los imperialistas», dijo el Imam Jomeini. «Quieren convencernos de que el Dîn es sólo una cuestión de teología. Dicen que cuando los británicos entraron en Irak durante la Primera Guerra Mundial, prohibieron todas las manifestaciones. Entonces un día alguien informó al general en jefe de que había gente que gritaba desde lo alto de los minaretes (el llamado a la oración) de las mezquitas. “Si esto es todo lo que hacen —dijo el general—, que sigan gritando hasta el Día del Juicio Final. Que se queden en sus mezquitas y griten todo lo que quieran desde los minaretes”»...

El opresor shah Pahleví dejó como recuerdo imperecedero al pueblo de Irán un 90% de analfabetismo, 50% de mortalidad infantil, y sólo 14 mil médicos para 40 millones de habitantes. Mientras él y su familia acumulaban en los bancos suizos y norteamericanos 32 mil millones de dólares producto del saqueo de los ingresos petroleros y del tráfico de opio y heroína que le permitió EE.UU. a cambio de los jugosos servicios prestados.

Conviene señalar que la Revolución Islámica del Irán rechaza la cultura de la violencia, la pornografía y la doble moral burda y grosera de los países de la OTAN porque tiene su propia cultura, la del Islam de Muhammad (BPD), dentro de la cual son bienvenidos los nuevos descubrimientos de la ciencia, los avances tecnológicos y los inventos que contribuyen al progreso del ser humano; pero en la que no tienen cabida los vicios, los embriagantes como el alcohol y la droga, la prostitución ni la homosexualidad.

Según el Aiatol•lah Ahmad Ÿannatî, que integra hoy el calificado Shurâi-e Negahbân (Consejo de Guardianes, 6 teólogos y 6 juristas): «El pueblo musulmán iraní no hizo la Revolución por tierras, pan, agua o una vida mejor, sino solamente por el Islam. Esto es lo que tenemos que apreciar y salvar».

El Shiísmo es el Islam de los disidentes y perseguidos, el de los eternos desheradados. Su origen se remonta al conflicto por la sucesión de Muhammad (BPD). El 1 de febrero de 1979, cuando el avión que traía al Imam Jomeini desde su exilio en París se posaba en el aeropuerto Mehrabad de Teherán, fue una jornada histórica. Diez días después la primera revolución islámica había triunfado y los shiíes se resarcían, trece siglos después con la toma del poder en un país musulmán.

A partir de entonces y hasta nuestros días, el mundo entero se interesa por esta rama del Islam, que dirige los destinos de uno de los países productores de petróleo, más importante para Occidente y que constituye además uno de los territorios más estratégicos del Asia central.

A través de la llamada “Revolución Blanca” que según el Imam Jomeini, tenía esa denominación por haber sido diseñada en la “Casa Blanca” de Washington—, desde 1961 el shah intentó por todos los medios hacer a los iraníes occidentales por la fuerza... El shah se rodeó de juguetes, aviones ultramodernos, tanques y carros de combate, helicópteros, fragatas misilísticas adquiridos a su mentor, los EE.UU. Se había propuesto crear el tercer ejército más poderoso del mundo.

La dinastía de los Pahleví fue desde sus orígenes una farsa monárquica. Su origen fue Reza Pahleví, un mulero plebeyo, sargento de caballería, convertido en rey por iniciativa de sir Winston S. Churchill en 1921. De repente una familia arcaica y recalcitrante se encontró flotando en un mar de petróleo. Su hijo, M. Pahlaví, elegido shah a los 16 años, se hizo furiosamente pronorteamericano. Cuando se autoproclamó emperador en 1971 a través de una multimillonaria y ridícula ceremonia en Persépolis, cometió una burla cruel. La patética ceremonia a la que asistieron más de diez mil invitados llegados de los cuatro rincones del planeta fue un insulto para la pobreza del sufrido y noble pueblo iraní que se veía identificado plenamente con un hombre de mirada profunda y voz suave y dulce, el Imam Jomeini, que vivía frugalmente de yogurt, y algo de pollo.

Desde el comienzo de la prédica del Imam Jomeini contra el shah y la intromisión occidental en Irán, las mujeres sintieron suya la revolución, porque traía con ella una idea alternativa de la mujer, diferente de la mujer-muñeca que se vende por la televisión de Nueva York, Roma o Londres. Era un modelo propio, tomando por ejemplo a Fátima (P), la hija del Profeta (BPD). Debería tomarse en cuenta que antes que la vestimenta islámica femenina se hiciera obligatoria en Irán, a partir de abril de 1979, la mayoría de las mujeres la utilizaban de forma natural; las únicas que no lo llevaban eran las ricas y ciertas intelectuales liberales.

Entre 1965 y 1978, muchas jovencitas no llevaban el chador y se veían en las calles de las principales ciudades minifaldas y jeans ajustados, escotes, etc. Pero a medida que comenzó a desarrollarse la revolución islámica, empezó a crecer el número de chicas con chador. Era la respuesta individual a una necesidad colectiva de afirmación de la identidad musulmana.

Libros.ir
http://libros.ir/libros/Biblioteca%20Islamica/Revistas%20y%20articulos%20de%20temas%20diversos%20(48)/Revista%20Az-Zaqalain/AzZaqalain25.pdf

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